lunes, 9 de mayo de 2016

Lavajillas salvo un matrimonio (Parte 1)

El otro dia asi hablando con una de nuestras Seguidoras descubrí una historia muy particular y relacionada con nuestro electrodoméstico favorito, si como podrás imaginar el lavavajillas.
La historia la he dejado tal cual me la contó ella solamente he omitido los nombres.
Ser AMA DE CASA era algo que ni me había planteado como opción de vida, es más jamás me imaginé llegar a serlo, ni muchísimo menos MADRE A TIEMPO COMPLETO, no, esos fueron galones que fui ganando con los años de matrimonio, acompañados desde después de muchos otros títulos como "la esposa de" y "la madre de", que llevo con orgullo máximo (debo decir que lo hago por pura y dura aceptación ...jejeje y sin acritud) si bien prefiero la titulación americana "Stay-in-working-mom" por el hecho de que define TODO lo que hago en nuestros días...

Durante más de quince años, de esta forma ni misma en ocasiones me lo crea, fui una MUJER PROFESIONAL WORKOHOLICA tremenda... una muy odiosa perfeccionista y amante del trabajo bien hecho y terminado a tiempo, fan furiosa de los brainstorming y los creative reviews y y adepta de la adrenalina de los deadlines... peeeeerooooo por suerte vino él a salvarme, y a abrirme los ojos y a sacarme de mi planeta, a sacudirme las prioridades y a centrarme en otras cosas - y no no hablo de mi marido, si bien todo ha sido y va a ser en parte culpa suya, jejeje - hablo del destino, ese que hizo que decidiese salir detrás de él -ahora si hablo de mi marido- en una aventura como mujer de deportado - y aquí otra aclaración: no hay nada de determinado en el viejo mito de que las mujeres de deportados no tenemos más oficio que ir a la peluquería y tomar martinis o bien GTs con las esposas de los otros ejecutivos - que hizo que cambiara la adrenalina por paciencia y los deadlines por oficios múltiples de HCEO (de qué manera afirma la magnífica Desmadrosa, mas a mi me agrada más lo de executive que de financial... home chief executive officer).

De este modo bien, tras prácticamente 8 años de matrimonio y 5 de noviazgo ya era además de esto MADRE A TIEMPO COMPLETO... y ya acá la paciencia y el tiempo comenzaron a jugarme en contra... ya ver el fregadero lleno de platos tras la cena, o el cesto de la ropa por planchar acrecentar de volumen progresiva y agobiante dejó de semejar una pura situación, y entonces comenzamos a tener serías discusiones con el asociado...

El Padre tampoco tenía una relación muy estable con las labores familiares, en una parte por el género de educación que había recibido y en parte por el hecho de que tampoco había necesitado verdaderamente que aceptara más de lo que a bien tenía asumido. Mas llegamos a un punto en que ni a él ni a mí nos parecía jocoso el tema del fregadero lleno de platos y tener que turnarnos todas y cada una de las noches.

Acá la corresponsabilidad en las labores familiares clamaba por hallar un sitio en nuestro hogar, y por suerte lo encontró antes que se llevase por delante nuestra relación, y vino en forma de "lavaplatos eléctrico"... ah! más que fantástico invento, y de qué forma era posible que hubiésemos como pareja subsistido ya antes de su aparición en nuestras vidas!!!

Todavía no logro comprenderlo. Si es quizás el mejor invento del siglo XX, aparte de ahorrar agua y limpiador, ahorra riñas y enfrentamientos... ahora la máxima discusión era sobre a quién le tocaba poner el lavaplatos, disputa que se sanjó desde el instante en que decidimos intercalarse noche si noche no para acostar a ElPeque; así es que quien acuesta a ElPeque se libra en la noche de poner el lavaplatos... más es que ya no es el cúmulo de platos, no, ahora sencillamente a mesa recogida, platos directos a las bandejas y canastas.
La semana que viene os contamos el final de esta historia tan personal y entrañable de nuestra lectura como el lavavajillas le cambió la vida.

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